Para
poder aprovechar bien el día había que madrugar, así que a las 7 más o menos ya
estábamos en pie. Para desayunar en plan rápido, la tarde anterior compramos un
bollo en una de las muchas pastelerías de Rúa Santa Catarina, y como en el
hotel habían en los pasillos máquinas de café, nos sacamos unos chocolates, y
mientras nos arreglamos íbamos desayunando.
Los
trenes salen de la estación de Sao Bento, que nos pillaba a 5 minutos calle
abajo. El tren que cogimos fue el de las 8’20, antes había que comparar el billete,
y nosotros todos felices recargamos nuestra Tarjeta Andante azul, como la máquina
de la estación de trenes la recargó, pensábamos que teníamos el billete
correcto; también hay que decir que al validar lo dio correcto.
Cuando
llegó el revisor nos dijo que ese no era el billete, que la tarjeta no era la
correcta, al final nos lo explico enseñándonos una correcta, no nos multó ni
nos hizo pagar de nuevo el billete, ya que entendió que había sido un error;
hasta le enseñamos el recibito de la máquina. Pero nos dijo que a la vuelta, sí
que teníamos que comprar la nueva Tarjeta Andante con el billete correcto.
Llegamos
a GUIMARÃES poco más de las 9’30.
Para llegar al centro se coge la avenida D. Alfonso Henriques, que te lleva
directa al centro histórico, al finalizar esta avenida, en la misma esquina
esta la Oficina de Turismo, que ya estaba abierta, y allí nos facilitaron un
mapa. Esta ciudad es conocida como la “Cuna de Portugal”.
En
poco minutos más ya estábamos en el centro histórico, y rápidamente cogimos el
camino directo hacia el castillo.
Como
no había casi gente primero visitamos la CAPELA
DE SÃO MIGUEL, esta pequeña capilla de estilo románico fue construida en el
siglo XII, y tiene un gran simbolismo, ya que aquí fue bautizado D. Alfonso
Henriques, que es considerado el fundador de Portugal; fue el primer rey del
país luso.
Los
origines del CASTELO son del siglo
X, cuando se construyó una fortaleza para defender a los monjes y la comunidad
cristiana de la zona, de los ataques moros y normandos. Luego en el siglo XII
con la formación del Condado Portugalés, se vinieron a vivir aquí los padres de
D. Alfonso Henriques, que fueron los que lo ampliaron y lo hicieron más fuerte.
Posteriormente entre los siglos XIII y XV varios reyes lo mejoraron y
restauraron. Actualmente sólo se conserva en buen estado su parte exterior, su
interior no tiene nada de interés; pero es una zona muy bonita.
Luego un
poco más abajo, se encuentra el PAÇO DOS
DUQUES DE BRAGANÇA. Es una majestuosa casa señorial del siglo XV, este
palacio tiene características arquitectónicas de casa fortificada. Un siglo más
tarde fue abandonada, y fue en el año 1959 cuando se abrió al público
transformado en Museo. Horario: 10 a 18. Precio: 5 €.
Visitar
este conjunto del castillo, capilla y pazo, está muy bien, y merece la pena
venir a Guimarães. En poco más de hora se puede ver, sino te entretienes mucho
en el pazo, ya que hay diversas salas a visitar.
Después
de visitar esta zona, paseamos un poco para visitar las calles y plazas del
centro histórico. Una de sus plazas principales es la PRAÇA S. TIAGO.
Al
final decidimos adelantar la vuelta a Oporto, ya que la visita nos había
llevado menos tiempo del que habíamos pensado. Camino de la estación nos compramos
unos pasteles para reponer fuerzas.
Cogimos
el tren de las 12’48. Tuvimos que comprar la nueva Tarjeta Andante (verde) con
el billete de vuelta, el billete de la z8 vale 3’10 €, y la tarjeta 0’50 €;
esta vez ya no había posibilidad de confusión entre otras cosas porque los
compramos en ventanilla.
Al
llegar a Oporto sobre las 14’00, nos bajamos en la estación de Campanhã (que es
una antes de Sao Bento), y allí cogimos el metro hasta la estación Estadio do Dragão,
que sólo era 1 parada. Allí teníamos intención de visitar el estadio de fútbol.
Estuvimos pensando las veces que íbamos a usar transporte público, y decidimos
recargar la Tarjeta Andante con el billete de 24 horas; esta vez sí que nos
recargó la que teníamos y no nos hizo comprar otra.
El ESTADIO DO DRAGÃO, fue inaugurado en
2003 y tiene capacidad para poco más de 50.000 espectadores, las visitas son
guiadas y se realizan solamente los jueves en tres horarios, 14’30, 15’30 y
16’30. Como nos dimos prisa llegamos a la primera, la de las 14’30, los
billetes se compran en la tienda, y la vista fue en portugués e inglés. Precio:
10 €.
La
visita no está mal, pero no es gran cosas, el estadio tampoco está entre nuestros
favoritos, es demasiado abierto. Te enseñan lo típico, la zona vip, vestuarios,
sala de prensa, y bajas al césped que no puedes ni pisar, porque además estaba
fatal. Lo que no nos gustó nada de esta visita es que no podías realizar fotos,
ni siquiera al salir al césped, ya que te las hacen ellos y luego las compras,
no llegamos a preguntar, pero creo que rondaban los 5 €, algo abusivo para el
estadio que es.
Después
de la visita ya teníamos mucha hambre, así que sin perder tiempo fuimos al Centro
Comercial que teníamos allí mismo, nos decantamos por KFC, y las comida con las
bebidas nos salió por 10 €.
Luego
con el metro nos acercamos al centro y cogimos el Funicular dos Guindais, como
habíamos recargado la Tarjeta Andante con el billete de 24 horas, nos valía.
Una
vez bajo, cruzamos el Ponte Luis I para llegar a la parte de VILA NOVA DE GAIA,
para aprovechar las ultimas luces de la tarde y pasear por la ribera viendo la
ciudad de Oporto.
Dimos
un buen paseo hasta donde salen los barcos de los cruceros de varios días, y
estuvimos cotilleando un poco por allí.
Luego
retrocedimos y de camino paramos a tomarnos un vinito de Oporto para ir
despidiéndonos del viaje. Elegimos un bar un poco al azar y al verdad es que
era muy bonito y confortable, casi todo de madera y la barra era como un barco.
Y ya tras las últimas fotos ya de noche, cruzamos el puente por última vez en este viaje, y volvimos de nuevo al centro con el
Funicular dos Guindais, pasamos un rato por el hotel a descansar y luego
salimos a cenar.
No
sabíamos muy bien que cenar, así que al final nos fuimos al Centro Comercial,
primero nos tomamos nuestra cerveza, y luego cenamos unos bocatas en el Pans
por 11 €.
Tras
la cena paseíto de despedida de la ciudad, y al hotel a hacer la maleta, que
acabamos en un momento.
Holal Cati, vaya con tu blog, que nivel, nosotros antes de tener a la peque pensamos en Oporto, como escapada para un fin de semana largo, tomo nota de tu visita para si volvemos a animarnos que ahora con la peque estas escapadas son ideales.
ResponderEliminarSaludos
Carlos y Emma
Hola pareja:
EliminarLa verdad es que Oporto sin ser una gran ciudad, está bastante bien para una escapadita y además está cerca.
Saludos.